Por la pandemia, se decidió no enviar familias a la base Esperanza en 2021 y cerrar la Escuela n.° 38 “Presidente Raúl R. Alfonsín”; hay polémica por la resolución.
En el contexto de la pandemia de COVID-19, la planificación de la campaña antártica 2020/21 –que incluye el relevo de las dotaciones y el abastecimiento de las bases argentinas en el Continente Blanco– debió tener en cuenta estrictas medidas sanitarias. Entre las principales precauciones, se determinó la realización de una fase preliminar de aislamiento preventivo durante 14 días a todos los miembros de las dotaciones y la realización de un hisopado (test de PCR) el primer y último día de este período a fin de asegurar un ingreso libre de COVID-19 al sexto continente, el único libre de coronavirus en el mundo. Por otra parte, se limitaron las actividades científicas y se decidió que no se trasladarán familias y que la escuela de base Esperanza permanecerá cerrada.
UN HITO EN LA ESTRATEGIA ANTÁRTICA
Si bien la Argentina tiene presencia permanente en la Antártida desde 1904, la construcción de la base Esperanza en 1953 constituyó un hito que le dio al país una autoridad mundial. En torno a esta base, en 1978 comenzó una nueva etapa en la historia polar, ya que se construyó el primer caserío, el Fortín Sargento Cabral, donde nació el primer antártico del mundo y donde se llevaron a cabo casamientos y bautismos. Además, funciona desde 1979 la radio LRA36 “Arcángel San Gabriel”, dependiente de Radio Nacional, y existe una sede del Registro Nacional de las Personas. Todo fue realizado a costa del esfuerzo de cientos de argentinos que se arriesgaron en épocas muy difíciles a fin de consolidar la soberanía de nuestro país en el sexto continente.
En este contexto, nació la Escuela n.° 38 “Presidente Raúl R. Alfonsín”, la primera institución educativa del continente blanco y la más austral de la República Argentina y del mundo, emblema de nuestra trayectoria y continuidad antártica. Dependiente en un principio del Instituto Social “Dámaso Centeno”, fue bautizada con el nombre Manuel Belgrano y contó con una guardería y cursos regulares de nivel primario y secundario. En 1997, pasó a depender de la provincia de Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur y Antártida Argentina con el nombre de Escuela n.° 38 “Presidente Julio Argentino Roca”, momento a partir del cual estuvo a cargo de un matrimonio de docentes, residentes fueguinos, seleccionados por el Ministerio de Educación provincial. En 2007, a raíz de una falla originada en el sistema eléctrico de calefacción, quedó destruida por el fuego. Pese a ello, los alumnos continuaron con las clases en una casa adaptada hasta que, en 2009, puedo ser reconstruido el edificio. En 2012, fue rebautizada con el nombre “Presidente Raúl R. Alfonsín”.
UN FUTURO INCIERTO
Sin dudas, después de cubrir durante 42 años las necesidades educacionales de las familias de base Esperanza, el anuncio del cierre de la Escuela n.° 38 impactó en la comunidad antártica y generó diversas reacciones. Una de las más conmovedoras fue el video realizado por quienes fueron niños expedicionarios del desierto blanco, en el que solicitan al gobierno que garantice la presencia de familias con sus hijos durante la campaña 2021.
Pese a que el fundamento esgrimido por las autoridades refiere a los cuidados relativos a la pandemia, cuesta pensar que la Escuela n.° 38 pase de ser nombrada y reconocida como la única del país que funcionó de modo presencial durante el ciclo lectivo 2020 a ser la institución educativa que no abrirá sus puertas el año próximo.
Para el coronel Carlos Flesia, experto antártico, exdirector de la Escuela de Capacitación Antártica y exjefe de Base Esperanza, se trata de una medida prudente. “El protocolo de prevención que se va a implementar es muy estricto y su cumplimiento sería muy difícil, sobre todo para los chicos. También hay que tener en cuenta que la capacidad de respuesta ante una evacuación sería mucho más compleja que la habitual”, comenta. Flesia, quien también integra la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IATO), explica que la actividad científica y turística internacional se verá reducida al mínimo en la futura campaña. Y agrega que, si interpretamos que no enviar familias es renunciar a los derechos argentinos, podría pensarse lo mismo respecto a la reducción de la actividad científica. Consultado acerca de si varía realmente el riesgo de trasladar el virus a la Antártida el hecho de que viajen más o menos personas, Flesia considera que se “disminuye la posibilidad de problemas. Incluso, si se necesitara un plan de evacuación, sería mucho más complejo en el caso de que incluyera a mujeres y niños”, remarca.
Esta postura, sin embargo, es cuestionada seriamente por otros antárticos, quienes se preguntan por qué no puede implementarse para las familias el mismo protocolo que van a llevar a cabo con los científicos y el personal de las fuerzas armadas. El coronel Miguel Perandones, excomandante antártico, quien cuenta con tres invernadas, descree absolutamente de los argumentos esgrimidos: “Es injustificable desde el punto de vista sanitario. ¿No es igualmente riesgoso que vaya un científico o un niño?”, se pregunta. Y no duda en afirmar que, a su criterio, responde a la necesidad de achicar el Estado, para lo cual, e ignorando lo que representa para el país, eligen una caja que no reditúa políticamente. “La historia de la Antártida progresista terminó hace varias generaciones con aquellos que tenían una mirada estratégica y un proyecto de país. A los políticos actuales, solo les interesa aquello que les genere un beneficio inmediato, por lo cual para qué preocuparse por algo cuyos resultados veremos en décadas. La Antártida es pasado y futuro, cualquier actividad que se realice –despliegue estratégico, presencia de familias, nacimientos, investigaciones científicas– son méritos que vamos sumando para el día de mañana”.
En el mismo sentido opina Alejandro Bertotto, exresponsable de la Dirección Provincial de Antártida fueguina: “Creo que el tema del COVID-19 es una excusa formal para disimular cuestiones presupuestarias, porque, aunque la Antártida reditúa en los discursos, a nadie le interesa de verdad”. “¿Pueden entrar buques de turismo, pero no familias?”, se plantea, a la vez que afirma que ya hay confirmadas más de 25 operaciones de buques desde Ushuaia, a las que se sumarán con seguridad otros desde Punta Arenas, Chile.
Por su parte, Fabián Juárez y su esposa Mary –matrimonio de maestros que tuvo a su cargo la escuela durante las campañas de 2004, 2010 y 2013–, junto a sus hijos Kevin y Aixa, cuenta que la noticia fue un golpe durísimo para toda la familia. Y no solo desconfían del motivo de la decisión, sino que deslizan un dato que llama la atención sobremanera: “Desde 1996, en abril la provincia llama a concurso para seleccionar a quienes quieran postularse como maestros antárticos. Esta selección pasa por distintas etapas; los docentes deben armar un proyecto pedagógico para el año escolar; y, por último, en septiembre ya están definidos los preseleccionados por la provincia. Este proceso, regular y sistemático, no se llevó a cabo este año. ¿Cómo hay que entenderlo? Lo único que puedo pensar es que, aunque la decisión se dio a conocer hace unas semanas, era algo que se sabía de antemano. De lo contrario, no se entiende”, afirma Fabián Juárez.
Consultado sobre este tema, Pablo López Silva, secretario de Educación de Tierra del Fuego, relata que ya en abril o mayo circulaban rumores referentes a la suspensión de las clases en la Escuela n.° 38 durante el próximo año lectivo. Por esta causa y ante la falta de confirmación efectiva, habían resuelto internamente a nivel provincial “convocar a todos los maestros que ya hubieran tenido la experiencia antártica y quisieran regresar”. Y confiesa que: “Aunque entendemos la problemática de la pandemia y las dificultades en la organización de la campaña, nosotros nos resistíamos a que la escuela no tuviera presencia y teníamos la esperanza de que siguiera funcionando”. Incluso, agrega que nunca fueron consultados: “Directamente se nos comunicó la decisión, dejándonos un sabor amargo”, confiesa.
Por último y pese a la casi nula posibilidad de que esta decisión se revierta, López Silva afirma que podrían cubrirse sin problema los cargos docentes, ya que “son muchos los maestros con experiencia en la provincia”. Por otra parte, en lo referente al presupuesto, “ya teníamos la partida asignada para garantizar el funcionamiento de la escuela, por lo cual solo nos faltaría preparar la parte logística”.
* Esta nota fue producida y escrita por un miembro del equipo de redacción de DEF